Universal acaba de confirmar que Tina Fey será productora de la adaptación cinematográfica de John Proctor Is the Villain, la obra nominada al Tony que lleva a escena un ejercicio tan simple como explosivo: un grupo de estudiantes de secundaria en un pequeño pueblo analiza The Crucible de Arthur Miller… y se empieza a preguntar si el verdadero villano no era, precisamente, John Proctor.
La jugada es tan teatral como contemporánea: tomar un texto clásico y ponerlo bajo la lupa de la sensibilidad moderna, en particular desde una perspectiva feminista. En este caso, lo que parecía una historia de redención masculina se convierte en una autopsia de las dinámicas de poder, género y abuso que aún atraviesan los espacios escolares y culturales. La adaptación al cine no solo expande el alcance del mensaje, sino que encuentra en Fey a la figura ideal para esta relectura punzante, lúcida y —por momentos— brutalmente divertida.
¿De qué se trata John Proctor Is the Villain?
La obra original, escrita por Kimberly Belflower, parte de una premisa de lo más común: estudiantes secundarios leyendo un clásico en clase de literatura. En este caso, The Crucible, ese relato canónico sobre los juicios de brujas de Salem y la figura heroica de Proctor, el hombre acusado injustamente que decide no firmar su confesión para preservar su honor. Pero a medida que las alumnas y alumnos discuten la obra, afloran experiencias propias, casos de abuso velado, dobles estándares sexuales, y una sospecha que incomoda: ¿y si Proctor no es un héroe, sino un símbolo más del patriarcado encubierto?
La fuerza de la obra reside en cómo lo que empieza como una clase se transforma en un espejo colectivo, y cómo el texto leído revela más del presente que del pasado. La adaptación promete retener ese núcleo: la tensión entre lo que enseñamos y lo que ocultamos, entre lo que llamamos literatura universal y las voces que fueron silenciadas en su construcción.
¿Por qué este proyecto tiene un valor especial?
Porque Tina Fey tiene el timing perfecto para estos temas. Desde Mean Girls —esa comedia que desarmó el high school estadounidense desde adentro— hasta 30 Rock, donde exploró el feminismo mediático con cinismo y autoconciencia, Fey ha demostrado que puede abordar lo incómodo con inteligencia y ternura. Su estilo combina crítica social con ritmo de sitcom, pero debajo del humor hay una comprensión genuina de cómo operan los sistemas de poder, especialmente en entornos donde se espera que las mujeres compitan entre sí.
Además, la película se inscribe en un nuevo tipo de canon audiovisual: historias que revisitan el pasado (histórico, escolar, cultural) con la pregunta clave de esta era: ¿a quién se le creyó y por qué? Obras como Promising Young Woman, Are You There God? It’s Me, Margaret y Booksmart ya marcaron el camino. John Proctor Is the Villain se suma con un enfoque único: no desde la denuncia explícita, sino desde el descubrimiento paulatino de una conciencia crítica en formación.
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